Cómo conectar con mi hijo neurodivergente: lo que nadie te dice

Cómo conectar con mi hijo neurodivergente. Es un tema con el que trabajo día a día para poder hacerlo sentir lo importante que es en mi vida y en la de toda nuestra familia.

Si te gustaría saber qué es, te recomiendo este artículo sobre qué es la neurodivergencia

Tengo un hijo de 12 años y desde que era muy chico mostró una inteligencia muy por sobre sus pares: hablaba con frases completas al año y medio, aprendió a multiplicar por si solo cuando estaba en prekínder y de muy chico utilizaba cosas para otro fin del que habían sido creadas (cosa que yo no sabía que era poco común).

Un día, a los cinco años, íbamos en el auto en la hora de más alto tráfico y de repente, sin contexto previo, me dice: “mamá, si yo digo dos veces “no” ¿Se transforma en si?».., me explotó la cabeza.

Aprendí a creerle (aunque a veces no entendiera nada)

Con el tiempo, entendí algo fundamental para conectar con mi hijo neurodivergente: necesitaba creerle. Incluso cuando sus afirmaciones me sonaban raras, exageradas o fuera de contexto.

Durante años, cada vez que él me decía algo sobre historia, ciencia, animales o cualquier tema peculiar, mi primer impulso era buscar en Google. Y una y otra vez… comprobaba que tenía razón.

Así fue como empecé a confiar no solo en sus palabras, sino en su manera única de ver el mundo.

Hoy, cuando tengo una duda sobre algo como “¿ese animal vive en África o Asia?”, muchas veces no voy a internet: le pregunto a él. Y suele responder con total precisión.

Hoy siete años después….

Él se ha transformado en un niño con un mundo interior enorme, lleno de intereses y conocimientos que no son comunes y con los que a veces no es fácil conectar. Ni en temática ni en la velocidad con la que él lo comunica.

como conectar con mi hijo neurodivergente

Como su mamá, esta situación muchas veces me desborda y me rompe el corazón sentir que él intenta compartir conmigo eso que le llama la atención, pero a mi me cuesta seguirle el hilo, lo que hace que él se sienta ignorado y que a mi me coma la culpa por no poder sentir la emoción que él intenta transmitirme.

Y no, no estoy escribiendo esto desde la herida ni desde el dolor. No quiero que ninguno de los dos generemos pena o compasión. Mi intensión es compartir con ustedes estrategias que a mi me han servido para hacerlo sentir a él más escuchado y a mi más conectada con lo que para él es importante.

Porque creo en lo más profundo de mi ser que cuando uno tiene un problema, él único camino posible es buscar una solución y esto también se aplica a las relaciones humanas, especialmente cuando la manera de conectar humanamente puede cambiar la manera en la que tus hijos se posicionan frente al mundo.

Así que abordemos cómo conectar con mi hijo neurodivergente: lo que a mi me ha funcionado, lo que no y lo que me habría gustado saber.

Porque eso es lo que nadie te dice: cómo conectar con mi hijo neurodivergente


Muchos consejos y estrategias que los terapeutas, amigos o familiares te recomiendan, aunque son bienintencionadas, no consideran la dimensión que hace que tu hijo o hija se ha único, por lo que si bien hay algunas estrategias que suenan bien en teoría, no sirven en la vida real.


Y que hay cosas que sí funcionan, pero que no están en los manuales.

Así que acá te comparto eso. No lo que deberías hacer… sino lo que yo hice, hago, y me funciona para mantener una conexión real con mi hijo. No perfecta. Pero real.

1 Compartir sus intereses no siempre genera conexión (y eso también está bien)

Una de las recomendaciones más comunes para conectar con un hijo neurodivergente es: “Acércate a sus intereses.”
Y sí, a veces funciona.
Pero otras veces… simplemente te agotas.

Mi hijo puede pasar horas hablando sobre mecánicas de videojuegos, la historia de los youtubers que sigue, o teorías sobre armas medievales. Son temas que lo fascinan, pero no siempre puedo mantenerme presente. Hay un punto en el que me desconecto de mí misma. No porque no me importe… sino porque mi mente tiene un límite.

Lo que me funciona

  • Pactar un tiempo específico:
    “Cuéntame todo lo que quieras durante 15 minutos. Después necesito un descanso.”
    Esto crea un marco claro y evita frustraciones para ambos.
  • Reconocer abiertamente mi sobrecarga mental:
    “Necesito un rato para que mi cabeza descanse y poder concentrarme o terminar lo que estoy haciendo.”
  • Pedirle que elija UNA cosa a la vez para compartir:
    No necesito escuchar cada detalle de cada tema al mismo tiempo. Solo uno. Eso me permite estar realmente presente.
  • Intercalar tiempos compartidos:
    “¿Te parece si ahora hablamos de lo tuyo, y más tarde me acompañas con lo mío?”
    Él se siente tomado en cuenta, y yo no desaparezco como persona en el vínculo.

Lo que no me funcionó

  • Fingir interés constante:
    Él lo nota. Y no solo eso: lo siente como una traición emocional.
  • Hacerme la experta en su tema:
    Pierde el entusiasmo, se frustra o incluso se enoja. Él no necesita que compita con su pasión. Necesita que lo escuche.
  • Forzarme a estar “presente” cuando estoy agotada:
    Solo termina mal. Y es una oportunidad para que él también entienda que no todos —ni siquiera yo— van a conectar con lo que ama, todo el tiempo.

2. No siempre puedo seguirle el ritmo… pero sí puedo sostener el vínculo

Hay días en los que mi hijo habla rápido, salta de tema en tema, y redirige cualquier conversación hacia algo que le apasiona. Y aunque me esfuerzo, a veces me pierdo.
Me encuentro repitiendo la misma pregunta en mi cabeza:
¿Cómo conectar con mi hijo neurodivergente… sin perderme a mí en el intento?

No es que me moleste lo que dice. Me preocupa que otros —especialmente sus pares— no tengan la paciencia o sensibilidad para escucharlo, para seguirle el hilo, para valorar su entusiasmo. Y me parte el alma saber cuánto le duele sentirse ignorado sin entender por qué.

Validar sus intereses (aunque el mundo no los entienda)

Como su mamá, no quiero que cambie su forma de ser para complacer a otros.
No quiero que apague su luz para encajar.

Siempre le digo:

“Si lo que te gusta no le hace daño a nadie, entonces tienes todo el derecho del mundo a amarlo con fuerza.”

Sí, este enfoque me ha traído críticas.
Personas que creen que lo “sobreprotejo”, que “le estoy dando excusas para aislarse”, que “debería prepararlo para el mundo real”.

Pero yo no quiero que mi hijo aprenda a encajar a cualquier precio.
Me da más miedo que, en ese intento, se pierda a sí mismo.
Lo sé, porque a mí me pasó. (Y eso es historia para otro día.)

¿Cómo sostengo la conexión sin forzarla?

  • Le pido ayuda para volver al hilo:
    “Me perdí. ¿Puedes explicarme esa parte otra vez, más lento?”
  • Le digo la verdad con cariño:
    “No lo entendí, pero me encanta que me lo cuentes.”
  • Parafraseo lo que escucho:
    Así él nota que hago el esfuerzo real de comprenderlo.
  • Encuentro puentes entre sus intereses y los míos:
    Algo que vi, leí o viví y que puede despertar su curiosidad.
    Los trayectos en el auto han sido nuestros mejores escenarios para esto.

Lo que no funciona (al menos para nosotros)

  • Fingir que entendí cuando no:
    Él lo nota y su confianza se rompe.
  • Usar el cansancio como excusa constante:
    Lo siente como rechazo, aunque mi intención no sea alejarme.

3. La conexión no se construye solo hablando (y menos en momentos de alta demanda)

Hay días en que mi hijo está tan metido en su mundo que hablarle es inútil.
Otros días, soy yo la que no tiene energía para escuchar.

Y eso me hizo entender que conectar con un hijo neurodivergente no siempre pasa por las palabras. A veces, hablar es demasiado. Para él. Para mí. Para los dos.

El lenguaje no verbal también crea vínculo: la presencia, el silencio compartido, los gestos pequeños. Especialmente cuando las emociones están desbordadas o cuando simplemente no hay espacio mental para más palabras.

Lo que sí funciona

  • Conectar en silencio:
    Estar cerca. Acompañar sin exigir. Hacer cosas en paralelo.
  • Invitarlo a actividades tranquilas y sin presión:
    Cocinar, pasear, doblar ropa. Acciones compartidas que no exigen conversación, pero sostienen el vínculo.
  • Tener momentos neutrales y livianos:
    Sin temas profundos ni emociones intensas. A veces solo ver un video juntos o quedarnos en la misma habitación ya es suficiente.
  • Buscar momentos de intimidad emocional auténtica:
    Muchas veces, cuando ya todos están acostados, me meto con él en la cama.
    Es ahí donde surgen las conversaciones más profundas: las que tocan lo que no entiende, lo que le duele, lo que teme.
    En esos momentos, lo escucho, comparto mi experiencia, valido su punto de vista y —sobre todo— le hago sentir que puede confiar en mí… a ojos cerrados.

Lo que no funciona

  • Insistir en hablar cuando está desregulado:
    No es el momento. No escucha, no puede, y se frustra. (Aquí puedes leer mas sobre la desregulación y cómo manejarlas).
  • Obligarlo a tener conversaciones emocionales:
    Se cierra por completo. Y lo que era una oportunidad se transforma en una barrera.
  • Sobreanalizarlo todo:
    A veces, solo necesita que lo acompañe. No necesita que lo entienda en profundidad. Solo estar.

4. Los límites también son amor (y sostienen la conexión)

Uno de los aprendizajes más valiosos en mi camino como mamá ha sido este:
Poner límites no rompe el vínculo. Lo protege. Lo cuida. Lo hace real.

Si dejo que mi hijo hable durante tres horas sin parar de un solo tema, él se sobrecarga… y yo me quemo.

Y cuando una de las dos partes se empieza a borrar (spoiler: casi siempre soy yo), la conexión que queremos sostener se vuelve desequilibrada. Y por lo tanto, frágil.

Lo que me funciona

  • Usar frases neutras y claras:
    “Ahora necesito un rato de silencio.”
    No se trata de rechazarlo, sino de cuidarme para poder estar presente después.
  • Tener una palabra clave compartida:
    Una señal para pausar sin conflicto, que usamos los dos.
  • Ser firme con amor:
    “No quiero que esto termine en una pelea. Solo necesito que pares un momento.”
  • Explicarle lo que me pasa de forma honesta:
    Le digo: “No es que no me interese lo que dices, pero estoy sobreestimulada. Necesito silencio un rato para recargarme.”

Y como los dos somos neurodivergentes, muchas veces compartimos la sensación de sobrecarga. Cuando le explico cómo me siento con ejemplos que él puede reconocer en sí mismo, surge la empatía.

Lo que no funciona

  • Ceder siempre para evitar conflicto:
    No resuelve nada. Solo posterga un problema que vuelve más fuerte.
  • Gritar (aunque a veces me pase):
    Él lo siente como ataque y desconexión inmediata.
  • Dejar pasar todo por culpa:
    Me anula y lo confunde.

5. La conexión se construye en lo cotidiano, no en los grandes gestos

No necesito planificar charlas profundas ni actividades especiales cada semana.
Lo que sostiene el vínculo con mi hijo es otra cosa: la constancia.
Estar todos los días, aunque sea un ratito. Presente de verdad.

Lo que me ayuda

  • Tener un momento “sagrado” diario:
    Puede ser una merienda, una caminata, ver un video o simplemente quedarnos juntos en silencio. Es tiempo compartido sin expectativas.
  • Recordarle que pienso en él incluso cuando no estamos juntos:
    Una nota, un meme, un comentario que demuestra que presté atención a lo que dijo.
  • Escucharlo cuando él necesita hablar, no solo cuando me viene bien a mí.
  • Investigar por mi cuenta sobre lo que le apasiona:
    No para volverme experta, sino para mostrarle que me importa lo que a él le importa. Eso lo hace sentirse validado.
  • Aceptar que habrá días sin conexión… y está bien:
    No todo momento tiene que ser perfecto para ser valioso.

Lo que nadie me dijo (y ojalá lo hubiera sabido antes)

  • Que no hay una única forma de conectar con tu hijo neurodivergente.
  • Que no necesito ser su terapeuta, ni su mejor amiga, ni estar 100% disponible todo el tiempo.
  • Que está bien aburrirme, agotarme o necesitar silencio.
  • Que no estoy fallando por necesitar espacio.
  • Que lo que mi hijo necesita es una mamá humana.
    No perfecta. No incansable. Solo real.

Si también te preguntas «cómo conectar con mi hijo neurodivergente«

como conectar con mi hijo neurodivergente

Solo te puedo decir: Lo que estás haciendo ya es mucho. Eres consciente de que hay un desafío y estás haciendo algo para superarlo y eso ya marca la difencia.
Pero si quieres conectar más con tu hijo, prueba cosas reales. No fórmulas vacías.

  • Escúchalo, pero también hazte escuchar.
  • Acompáñalo, pero no te suprimas a ti en el camino. Los hijos tienen que poder validarte como un ser humano más allá de ser su mamá y saber que como tal, también tienes intereses y necesidades propias.
  • Sé su refugio, pero no su sombra.

Y si algo no te funciona, no es porque estés fallando. Es porque lo estás intentando.
Y ahí es donde empieza todo.

Comparte tu aprecio

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *