The Best Fluffy Pancakes recipe you will fall in love with. Full of tips and tricks to help you make the best pancakes.

¿Por qué mi hijo neurodivergente se desregula más conmigo?
Mi hijo neurodivergente se desregula conmigo y durante mucho tiempo sentí que era «culpa» mia. Creía que era una potente señal de que estaba haciendo mal las cosas y que mi objetivo de criar respetuosamente a mi hijo según lo que él necesitara estaba debilitando mi imagen de mamá.
Y el resto del mundo tampoco ayuda mucho¿Te ha pasado que te dicen frases como “contigo se porta peor” o “sabe con quién hacerlo”?
Al menos a mi, estas frases son las que más mal me hacen sentir. Logran que dude del estilo que elegí para ser la mamá de mis hijos, que es muy simple: quiero ser su lugar seguro y que nada los haga dudar ni por un segundo de que el amor que les tengo es absolutamente incondicional.
Pero ¿Por qué pareciera que el caos siempre explota cuando están contigo?

Esto no es manipulación de parte de ellos ni debilidad de tu parte: es neurociencia.
Es una respuesta natural del cuerpo cuando se siente a salvo.
De echo, es la señal más inequívoca de que tú eres su lugar seguro, en donde sienten que ya no tienen que aguantar ni estar a la defensiva.
En esta entrada, exploramos por qué tu hijo se permite soltar todo contigo, y cómo puedes transformar esa seguridad en una herramienta real para ayudarle a gestionar sus emociones.
¿Qué significa que se desregule más contigo?
Cuando un niño neurodivergente llega al límite, puede explotar: gritar, llorar, patear, quedarse en blanco o perder el control de su cuerpo. De echo, esto también pasa con niños neurotípicos, especialmente cuando son pequeños y los recoges de un lugar como el colegio o la casa de un amigo.
Esto ocurre justo cuando está contigo. No con su profesora. No con su terapeuta. No con otros adultos. Esto no tiene nada que ver con que saben que contigo si pueden (esta frase me toca una fibra) o porque tu seas mala mamá.
Entonces ¿Por qué pasa esto?
Porque contigo sabe que no va a ser juzgado ni castigado por ser él mismo.
No es manipulación. Es neurociencia.
La neurocepción de seguridad
Según la teoría polivagal del Dr. Stephen Porges, nuestro sistema nervioso escanea el entorno en busca de señales de peligro o seguridad, incluso sin que lo pensemos conscientemente. A eso se le llama neurocepción y es un mecanismo que ha sido muy útil desde la antigüedad.
Cuando tu hijo está contigo, su sistema nervioso detecta seguridad, lo que le permite bajar la guardia y liberar todo lo que ha estado conteniendo durante el día.
Eso incluye emociones, tensiones sensoriales, frustraciones sociales, angustia… y sí, también explosiones.
Si te interesa profundizar, te recomiendo este resumen en español de la teoría polivagal.
¿Por qué con otras personas “se porta bien”?
Porque muchas veces no se siente lo suficientemente seguro como para soltarse:
- Con ciertos profesores, tiene miedo a ser ridiculizado o castigado.
- Con familiares o cuidadores, no hay confianza suficiente.
- En ambientes sociales, puede estar en modo hipervigilancia.
- Con sus pares en el colegio puede que incluso le de miedo hacerles daño si llega a explotar.
Ese buen comportamiento no siempre es señal de autorregulación… a veces es máscara social que más tarde que temprano generará agotamiento.
Lo que nadie más ve

¿Te ha pasado que tu hijo vuelve de la casa del colegio, un amigo o familiar y todos te dicen lo mismo?
“Se portó increíble.”
“Qué niño más educado, colaborador, ordenado.”
Y tú, como es lógico, te sientes orgullosa. Casi como si te hubieran dado una medalla invisible.
Pero no alcanzan ni a cerrar la puerta de casa… y empieza a salir lo que los demás no ven:
Ese cambio sutil que tú reconoces al instante.
La tensión en los hombros. El ceño fruncido. Las respuestas cortantes. La explosión que se viene.
Tu eres el único testigo de lo que realmente está sintiendo:
- Agotamiento
- Vulnerabilidad
- y una ola de emociones que estuvieron reprimidas todo el tiempo en el que no se sintió en confianza.
Porque tú eres quien le ha dado el lugar donde puede ser él mismo. Ese lugar donde no necesita fingir que todo está bien. Donde puede soltar, llorar, frustrarse, y aún así ser amado.
Porque ese desborde no es falta de límites. Es confianza. Y tú le diste eso: seguridad emocional para ser auténtico.
Cómo transformar esa seguridad en regulación emocional
Aquí te comparto estrategias concretas para usar esa confianza como base para enseñarle a gestionar sus emociones:
1. Espera a que pase la tormenta
Durante un episodio de meltdown, el cerebro está dominado por la amígdala. Está en “modo supervivencia” y no hay espacio para razonar ni aprender.
Esto no es teoría: estudios como este análisis de respuesta del sistema nervioso en niños con TEA muestran cómo el estrés impacta el procesamiento emocional.
No enseñes. No expliques. No corrijas. Solo acompaña.
Para saber más sobre este punto, revisa nuestra Guía completa sobre desregulación emocional.
2. Crea asociaciones después, no repeticiones
Las personas neurodivergentes no aprenden por repetición. Aprenden por asociación.
Después del colapso, cuando ya hay calma, puedes decir algo como:
- Ayer te enojaste mucho cuando no pudiste terminar tu trabajo, me gustaría saber cómo te sentías para saber qué podemos hacer la próxima vez. ¿Tu corazón se sentía como si estuviera haciendo una carrera?
Este es el momento donde el cerebro sí está disponible para aprender y las asociaciones es una muy buena manera para que pueda representar lo que le pasa.
3. Valida la emoción (aunque no el comportamiento)
Muchos niños aprenden que sentirse mal es algo que hay que esconder o que los hace “malos”.
Por eso es clave separar emoción de conducta:
- “Está bien estar enojado. No está bien gritarle a tu hermana.”
- “Es válido sentirse frustrado. Vamos a buscar otra forma de decirlo.”
Puedes usar herramientas como el TBRI – Trust-Based Relational Intervention, que promueve la conexión como vía de regulación.
4. Observa su cuerpo, no solo sus palabras
Tu hijo puede no saber explicar lo que siente, pero su cuerpo sí lo muestra (aunque cada niño puede tener sus propias señales):
- ¿Aprieta los puños?
- ¿Se le tensan los hombros?
- ¿Evita el contacto visual o se balancea?
Estar presente, sin invadir, es a veces la intervención más efectiva. Incluso, si te deja, puedes intentar abrazarlo apretado para que logre regular el sistema nervioso.
5. Anticipa los momentos de riesgo
A mi hija le pasa que cuando está en un cumpleaños o con amigas durante demasiadas horas seguidas termina muy cansada y es la receta perfecta para una explosión capaz de destruir los lazos de amistad que tanto le ha costado construir.
Entonces, accionamos antes de que ella explote y limitamos la cantidad de tiempo en el que está en la actividad porque es mejor que quede queriendo más tiempo a que se exponga a una desregulación que la va a afectar profundamente.
Porque cuanto más lo conoces, más puedes ayudarlo a reconocer señales antes del colapso y las cosas que pueden gatillar una explosión:
- Cansancio acumulado (¿Se pone irritable al final del día? ¿Se pone hiperactivo? ¿Hablador?)
- Exceso de estímulos sensoriales (¿Se rasca? ¿Se tapa los oídos? ¿Evita la luz?)
- Cambios bruscos en la rutina también la estresan y la ponen a la defensiva. En este caso es mejor anticiparle lo que va a pasar para que ella sepa qué esperar.
Preparen juntas un plan para que así sea partícipe de su bienestar. Por ejemplo:
“Si sientes que estás muy estimulado en el colegio, puedes usar tus audífonos y luego ir a la sala de calma.”
6. Valora lo que sí está haciendo bien
Incluso en los días difíciles, hay avances:
- Se retiró a tiempo a su pieza o de la sala de clases.
- Pidió espacio antes de explotar.
- Logró identificar una emoción nueva.
Nombrar estos logros fortalece su autoestima y refuerza su percepción de seguridad contigo.
¿Qué pasa si otros no lo entienden?

Te dirán que cedes. Que eres blanda. Que con ellos no se atreven ni siquiera a preguntar ciertas cosas.
Pero la verdad profunda es que tu hijo no se desregula donde tiene miedo. Se desregula donde se siente visto.
Y esto jamás va a ser una señal de debilidad, sino que significa que les estás dando una base emocional potente que les dice que siempre van a poder contar contigo.
Y desde esa seguridad, es el único lugar desde el que sí se puede construir autorregulación.
Conclusión
Ser el lugar donde tu hijo explota no te hace una mala madre. Te hace su refugio.
Y desde ese lugar de seguridad, también puedes ser su guía, su contención, su punto de anclaje.
Que es lo único con lo que podría soñar una mamá: ser la base desde la que se preparan para el futuro.
Ninguna técnica funcionará si no existe primero ese espacio emocional seguro.
Y tú ya lo estás construyendo, todos los días.
¿Te sentiste reflejada?
Cuéntame en los comentarios si vives algo similar.
Y si sientes que detrás de esas crisis puede haber sobrecarga sensorial, descarga gratis el recurso que creé para ayudarte:
👉 Checklist de señales sensoriales que podrían estar interfiriendo a tu hijo