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6 estrategias para manejar un meltdown infantil sin romperte
Qué hacer (y qué no) durante un meltdown infantil. Estrategias reales para madres neurodivergentes que crían sin castigos ni culpa. Aprende a sostener a tu hijo en crisis sin perderte tú.
Acompañar a un hijo en un meltdown infantil puede ser uno de los desafíos más intensos de la crianza. Pero ¿qué pasa cuando tú también estás en crisis? ¿Cuando en vez de ser el sostén, eres parte del caos?
Porque seamos sinceros, para un adulto neurodivergente, el meltdown infantil es un gatillante casi automático que nos lleva a una sobre carga sensorial más rápido de lo que arranca un auto de Fórmula 1 (amo las comparaciones así, casi burdas jajaja)
Si eres una madre o padre que quiere criar desde el respeto, pero que también vive la neurodivergencia, la fatiga, el agotamiento y las emociones desbordadas, sigue leyendo, quizás mi experiencia te sirva para, al menos, manejar ese sentimiento de culpa que sobreviene después.
Porque sí: a veces, tu hijo explota… y tú también.
Cuando la teoría no alcanza y el meltdown infantil está a la orden del día

Seguramente ya has leído sobre la autorregulación emocional, la validación de emociones y los pasos para acompañar un meltdown infantil, que no sacamos nada con tratar de hablar en la mitad de la tormenta, que basta con estar ahí sin salir corriendo y que poco a poco ellos van a crecer y estas crisis van a desaparecer dejando su autoestima intacta.
Pero una cosa es leerlo, y otra vivirlo mientras estás cargando bolsas del supermercado, tratando de cumplir un deadline del trabajo, tuviste un día que te sobrecargó y apenas dormiste 4 horas.
Cuando te explota el sistema nervioso, no sirve recordar un “tip de Instagram”. Lo que necesitas es validación profunda y estrategias realistas para sostenerte tú también.
Si este tema te resuena, también te puede ayudar esta otra lectura:
👉 Mamá neurodivergente y la fatiga parental: cómo criar sin agotarte
¿Qué pasa en un meltdown compartido?
Un meltdown infantil no es una pataleta. Es una explosión del sistema nervioso que muchas veces ni el propio niño o adulto puede evitar. Se debe a una sobrecarga, muchas veces sensorial y muchas veces por haber estado demasiado tiempo tratando de enmascarar en un entorno neurotípico.
Este artículo de Understood.org explica por qué un meltdown no es una manipulación, sino una señal de sobrecarga sensorial
Cuando ocurre en simultáneo con tu propia desregulación, se crea un escenario que puede incluir:
- Gritos de ambas partes
- Llanto, desconexión o parálisis
- Reacciones impulsivas
- Culpa intensa después del episodio
El problema es que, como adultos, sentimos la obligación de “estar bien” siempre. Pero, ¿y si hoy no puedes? ¿Y si también necesitas que alguien te sostenga?
3 verdades que necesitas escuchar
1. No estás fallando como madre/padre por explotar
Estás cargando más de lo humanamente sostenible. Tu hijo no necesita perfección. Necesita realidad acompañada con amor. Necesita saberte humano y, creo que lo más importante de todo, necesita aprender que sus meltdown infantiles, así como los tuyos de adulto, no lo hacen malo o un malcriado; lo hace ser una persona que tiene un problema y que merece ser contenido en lugar de juzgado
2. A veces criar respetuosamente significa alejarte un momento
Alejarte un minuto para respirar es más respetuoso que quedarte para gritar y a veces decir lo primero que te pasa por la cabeza. Puedes decir:
“Necesito calmarme para ayudarte. Estoy cerca. Vuelvo en un minuto.”
3. El respeto también es hacia ti
Criar con respeto no solo es hacia tu hijo. Es contigo también. Si tú no estás bien, no puedes sostener a nadie más.
Además, no hay nada más sano que enseñar a tus hijos a conocer sus propios límites y respetarlos.
6 estrategias cuando ambos están desregulados

1. Crea un “plan caos” familiar
Diseña con tus hijos qué hacer en momentos de crisis:
- ¿Dónde puede ir cada uno a calmarse? Rincón de la calma, pieza para gritar, a darse una tina caliente con juguetes, a dar una vuelta a la manzana si tiene edad suficiente.
- ¿Qué frases pueden usar? Estoy aquí, te amo, si me necesitas me llamas, ¿Puedo darte un abrazo?
- ¿Qué objetos ayudan a regularse (pelotas, audífonos, peso, etc)?
Hazlo en un momento tranquilo. Este plan se activa cuando todo colapsa.
2. No reacciones de inmediato ante el meltdown infantil
Cuando tú también estás al límite, responder de forma automática suele escalar el conflicto. Si puedes, haz una pausa de 5 a 10 segundos. Respira, nombra mentalmente lo que estás sintiendo (“estoy desbordada”) y luego actúa. También trata de ver la emoción que hay detrás del meltdown infantil de tu hijo (¿está cansado? ¿se siente mal? ¿esta nervioso?)
Esto te da la posibilidad de elegir otra respuesta más amable contigo y con tu hijo (también de validar)
3. Regula primero lo más urgente (a veces, tú)
Si tu hijo está seguro físicamente y no hay riesgo, prioriza tu regulación primero. Una madre desbordada no puede acompañar.
Muchas veces cuando mi hijo explota yo me aseguro de: llevarlo a su cuarto que en general no tiene cosas peligrosas, revisar si no hay cosas con las que se podría hacer daño como un vaso o un plato y luego de eso salgo, pero me quedo respirando junto a la puerta, dándome un minuto para racionalizar y ver más allá de la explosión.
Dar y darse tiempo también es una forma de amor.
4. Usa frases cortas y anclas verbales
- “Esto va a pasar.”
- “Estoy contigo, aunque esté enojada.”
- “Te amo incluso cuando estoy enojada.”
- “Siempre te voy a amar. Nada de lo que digas o hagas va a cambiar eso.”
Repetir frases ayuda a tu sistema nervioso y al de tu hijo a encontrar una base común.
5. No expliques ni enseñes durante la crisis
Este es el momento de contener, no de educar. Las lecciones y los límites pueden venir más tarde. Intentar razonar con alguien (incluyéndote) en medio del desborde solo genera más frustración.
6. Repara con honestidad
Después del caos, llega el momento más poderoso: la reparación. No necesitas justificar lo que hiciste, pero sí nombrar lo que pasó, validar y abrir espacio emocional.
“No te grité porque seas malo. Te grité porque yo también estaba mal. Y eso no está bien, pero lo podemos hablar. Me importas. Lo siento.”
Eso enseña más que cualquier libro.
El rol de la desregulación emocional en la crianza
La desregulación emocional es una experiencia frecuente en madres neurodivergentes. No es solo una respuesta ocasional: es parte del funcionamiento cotidiano.
En este artículo lo exploramos en profundidad:
👉 Desregulación emocional: guía para padres
¿Y si gritar también es parte del camino?

Gritar no es ideal. Pero es humano y a veces es lo que pasa. El problema no es gritar una vez.
El problema es normalizarlo al punto de no reparar, no hablar de eso, no crear un nuevo intento después.
La crianza respetuosa no excluye el error, lo abraza. Porque es humana, no perfecta.
Cómo prevenir el colapso acumulado
Si bien no siempre es posible evitar un meltdown infantil (ni adulto la verdad), hay cosas que tenemos que incorporar en la rutina de nuestras casas porque sin ellas, tenemos muchas más posibilidades de desbordarnos todos:
Dormir temprano todos los días
Deja la casa desordenada si lo necesitas. Tu descanso no es negociable y tu cansancio hace más daño que un par de cosas fuera de lugar.
Comer sin culpa
Con esto no me refiero a darle rienda suelta a la ansiedad que muchas veces nos come, sino que a que comer comida sencilla, repetida o poco variada está bien si te da paz.
Si prefieres, define días específicos en los que preparen una comida más especial y la disfruten en familia para así restarle presión al resto de los días de la semana.
Redes de contención
Busca espacios (incluso virtuales) donde puedas decir: “Hoy no puedo más”, y ser escuchada sin juicio (este puede ser ese espacio, si tu lo quieres).
Este camino, si lo recorremos bien, puede ser desgastante y a veces solitario, pero siempre es bueno tener alguien que entienda lo que estás viviendo y que no te juzgue.
Bonus: tabla rápida para crisis
Situación | Qué puedes decir | Qué puedes hacer |
Hijo gritando, tú al borde | “Estoy aquí” | Cierra los ojos y respira |
Golpes o llanto muy fuerte | “Estoy contigo” | Acompaña sin hablar |
Tú gritando o llorando | “Necesito parar” | Aléjate 30 segundos si puedes |
Culpa después de la explosión | “Lo haré mejor” | Repara con ternura |
Lo que más me costó entender: no todas las crisis necesitan consecuencias

Durante mucho tiempo, pensé que si no ponía un “límite claro” después de cada crisis, estaba siendo una mala madre. Que si no había una consecuencia, mis hijos “se malacostumbrarían”, que necesitaban saber que ese comportamiento no estaba bien.
Así que después de cada desborde emocional, venía una sanción: sin pantallas, sin salir, sin postre, sin algo. Porque creía que eso les enseñaría.
Pero no les enseñaba nada. Solo los alejaba de mí.
Con el tiempo entendí que no es lo mismo un meltdown que una pataleta. Que no es lo mismo desobedecer que desbordarse. Que mis hijos no estaban actuando “mal”, sino sobreviviendo como podían.
Y yo, sin saberlo, los estaba castigando por no saber autorregularse… cuando yo tampoco podía hacerlo muchas veces.
Hoy sé que la consecuencia real no es el castigo. Es la desconexión.
Y lo más importante que puedo ofrecerles en esos momentos no es un castigo, sino mi presencia, mi regulación y mi amor incondicional, incluso cuando lo que más quiero es escapar.
¿Te ha pasado también?
Si alguna vez has reaccionado así, no estás sola. Criar desde la neurodivergencia no es un camino recto ni perfecto. Es un aprendizaje constante, y muchas veces, doloroso.
Pero también es posible reparar, crecer y hacerlo diferente.
Te leo en los comentarios si quieres compartir tu experiencia. O simplemente quédate con esto: no necesitas castigar una crisis. Solo estar. A veces, eso es todo.
Me parece muy inspirador cómo el diagnóstico de neurodivergencia se convirtió en una oportunidad para crecer y aprender. Es admirable…